Los mejores tratamientos faciales no solo se sirven de la tecnología más puntera y los activos cosméticos más eficaces: es clave disfrutar del proceso en un ambiente de profunda relajación.
En el entorno del wellness, es decir, spas, balnearios o cualquier centro o salón que se enfoque en el bienestar más holístico, con tratamientos no solo estéticos sino relajantes, energéticos, a un ritmo más lento, los detalles son fundamentales para lograr nuestros objetivos y que el cliente viva una experiencia adecuada. La arquitectura y el entorno, los materiales empleados, los colores, los olores, la música y los sonidos van a impactar de una forma más significativa en nuestros invitados que en el caso de una clínica de medicina estética, por ejemplo, donde el foco de atención estará puesto en gran medida en el resultado final del tratamiento.
Esto se aplica también a la elección de los productos que nos acompañarán en los tratamientos. “El ambiente del spa, los aromas, las texturas de los productos, la música y el tacto del profesional contribuyen a crear un entorno relajante y placentero”, nos confirma Mireia Fernández, directora dermocosmética de Omorovicza, firma cosmética procedente de Budapest, precisamente conocida por ser “la capital de los balnearios”.
Estefanía Nieto, directora dermocosmética de Medik8, otra firma cosmética habituada a estos espacios, concuerda y añade más explicaciones: “La iluminación suave, los aromas calmantes y la música tranquila inducen un estado de relajación profunda. Los productos de alta calidad, con sus texturas y aromas, mejoran la percepción de lujo y cuidado, mientras que el tacto experto del profesional proporciona una sensación de confort y alivio del estrés”. Ese cuidado y ese lujo acompaña, o incluso aumenta, la sensación percibida de calma y de bienestar.
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Placer y excelentes resultados
En este contexto, el equilibrio entre la sensorialidad y la efectividad de los tratamientos faciales se ha convertido en una prioridad para quienes buscan resultados visibles sin renunciar a una experiencia agradable y relajante. “Un tratamiento facial no solo debe enfocarse en los beneficios tangibles a nivel cutáneo, sino también en proporcionar una experiencia sensorial que potencie el bienestar general del cliente”, opina Raquel González, cosmetóloga y directora técnica de Perricone MD. Esta dualidad es clave para que un tratamiento sea memorable para el cliente y efectivo a largo plazo.
No obstante, aunque la sensorialidad es crucial, la efectividad de un tratamiento facial se mide por los resultados visibles y duraderos que ofrece. Por tanto, “un tratamiento también debe abordar las necesidades específicas de la piel del cliente, proporcionando mejoras tangibles”, añade González. Según lo ve esta experta, no hace falta elegir entre ambas o prescindir de una u otra. Un diagnóstico personalizado permitirá adaptar el tratamiento a las necesidades individuales, y el uso de ingredientes activos de alta calidad garantizará que los productos penetren eficazmente en la piel.
Hoy en día, hay muchas marcas y líneas de producto que han pensado tanto en garantizar los resultados como en wellnessificar el proceso. Para ir un poco más allá, “la incorporación de tecnologías avanzadas como la microdermoabrasión, la luz LED o los tratamientos láser puede potenciar aún más los resultados”, añade González. La verdadera maestría en los tratamientos faciales radica, por tanto, en encontrar el equilibrio perfecto entre la recompensa inmediata y la satisfacción a largo plazo.
“Un buen tratamiento no solo debe hacer que el cliente se sienta bien durante la sesión, sino que también debe ofrecer resultados visibles que mejoren la salud y apariencia de la piel”, coincide también Marta Agustí, directora dermocosmética de Boutijour. Y apostilla que “este enfoque integral garantiza que el cliente no solo vea, sino que también sienta los beneficios del tratamiento, generando una mayor satisfacción y fidelización”.
El equilibrio entre la sensorialidad y la efectividad de los tratamientos faciales se ha convertido en una prioridad para quienes buscan resultados visibles sin renunciar a una experiencia agradable y relajante
Tratamientos combinados
Como vemos, que un tratamiento facial combine tecnología avanzada, ingredientes exclusivos y técnicas especializadas es clave para ofrecer resultados visibles y una experiencia sensorial placentera. ¿Cómo se pone esto de manifiesto en protocolos concretos?
Por ejemplo, Raquel González menciona la Experiencia Signature de la firma cosmética para la que trabaja en el Royal Hideaway Sancti Petri; un tratamiento personalizado de 80 minutos en el que “vinculamos las terapias manuales tradicionales con gestos de alta eficacia en nuestros protocolos. Lo unimos a la vanguardia cosmética con activos revolucionarios y de primer nivel que permiten que, al salir de la cabina, el huésped vea un claro cambio en su rostro en cuanto a energía, vitalidad, retexturización y armonía en el tejido”, como el DMAE y el ácido alfalipoico, que provocan un efecto flash pero actúan también a largo plazo.
Mireia Fernández pone como ejemplo la experiencia que han codiseñado para Wellness Boutique Experience, que combina el uso de una tecnología de hidrodermoabrasión con sus productos inspirados en los baños termales de Budapest. Por ejemplo, uno de sus productos incluye un péptido de pimiento con notas olfativas de salvia, romero y geranio, que consiguen relajar la mente; y una de sus mascarillas de barro caliente aporta la calma durante el masaje pero también un efecto desintoxicante sobre el organismo, mejorando la flexibilidad y la apariencia juvenil de la piel.
Mientras el barro hace su efecto, el terapeuta puede realizar un tratamiento del cuero cabelludo para aliviar aún más la tensión o el estrés y cubrir hasta el último apartado de nuestro cuerpo de cuidado y atención. Esto sería un claro ejemplo de equilibrio entre sensorialidad y eficacia, entre el disfrute del proceso y el éxito en los resultados.
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