La cabina de estética es mucho más que un lugar para hacerse un tratamiento. Es un espacio de confianza donde las clientas se sinceran y comparten sus inquietudes sobre la piel, el paso del tiempo y los hábitos de cuidado. Aunque cada persona es única, hay frases que se repiten una y otra vez.
“Tengo la piel apagada, ¿qué hago?”
Una de las consultas más frecuentes. Según explica Verónica López, al frente de su centro especializado en Figueres (Girona), «en septiembre, además, aparecen muchos brotes de acné tras el verano, así que esa es otra de las grandes preocupaciones».
La experta subraya que hoy en día muchas clientas llegan pidiendo activos de moda, como el retinol, o tratamientos vistos en redes sociales. El reto, recuerda, está en poner límites: «No todo sirve para todos, lo importante es respetar la piel y darle lo que realmente necesita para recuperar su equilibrio y vitalidad».
“Es que noto que estoy envejeciendo los años de dos en dos”
La sensación de un envejecimiento acelerado es otra de las frases habituales. Eva Collar, directora de Marquessa y experta en estética avanzada, advierte: «Pasada cierta edad, el envejecimiento va más rápido si no se acompaña con buenos hábitos y un mantenimiento profesional. Métodos como la radiofrecuencia o el ultrasonido son un gran apoyo, pero no se pueden hacer en casa».
Otro comentario frecuente es: «Me pongo las mismas cremas de siempre, pero ahora noto que no me hidratan». Los cambios hormonales y el propio envejecimiento cutáneo hacen que la piel ya no responda igual que antes, por lo que las rutinas deben evolucionar en cada etapa.
“No quiero que me cambies la cara, solo quiero verme mejor”
Esta es, según Jenifer Alonso, fundadora de Infinittime, una de las frases más valiosas que escucha en cabina: «Me encanta, porque refleja una necesidad real de acompañamiento sin transformaciones forzadas». También suelen repetirse expresiones como «Tengo la piel fatal», cuando en realidad lo que ocurre es un simple desequilibrio, o «Tengo la piel sensible», que en muchos casos responde a una barrera cutánea alterada o a un exceso de cosméticos poco adecuados. «Lo esencial es escuchar con atención para traducir esas frases en necesidades reales de la piel», subraya Alonso.
Peticiones imposibles y comparaciones
Los profesionales también se enfrentan a expectativas poco realistas:
- «No quiero invertir mucho dinero ni tiempo, pero quiero resultados rápidos y muy potentes».
- «Mi amiga se hizo este tratamiento y yo quiero lo mismo».
Frases como estas, tan comunes en cabina, reflejan la necesidad de educación estética. Como recuerda Eva Collar, cada piel tiene su historia y no existen recetas universales.
El falso mito de la protección solar
Otro error extendido es confiarse frente al sol. Muchas personas afirman: «Yo no me pongo protección solar porque no me pongo al sol». Sin embargo, la radiación ultravioleta llega incluso en la sombra o en días nublados, y la fotoprotección diaria es la base de cualquier estrategia antiedad.
La esencia del trabajo estético: escuchar y acompañar
Más allá de las frases repetidas, todas estas consultas reflejan una realidad: la estética profesional no consiste en vender un producto o un tratamiento, sino en acompañar a cada persona en su proceso de cuidado. Escuchar, diagnosticar y adaptar son, en definitiva, la esencia de un trabajo que se construye sobre la confianza.
Deja una respuesta