En plena era del skinimalismo, donde las rutinas de belleza se simplifican para beneficiar tanto a la piel como al estilo de vida, también el maquillaje se adapta a esta filosofía. Una de las tendencias más comentadas esta temporada es el método 3-3-3: tres pasos, tres productos y tres zonas clave del rostro, pensado para quienes quieren verse bien sin complicaciones ni sobrecargar la piel.
Maquillarse sin saturar la piel
Durante el verano, muchas pieles se vuelven más reactivas o simplemente reclaman menos cosméticos. Frente a ese contexto, técnicas como el 3-3-3 apuestan por un resultado natural, saludable y luminoso, sin sensación de pesadez.
Patricia Carretero, maquilladora oficial de Perricone MD, resume su objetivo como “un maquillaje que potencie lo mejor del rostro sin cubrirlo en exceso”, alineado con un enfoque cada vez más popular: el del menos es más, también en maquillaje.
Desde el campo dermatológico, esta filosofía también gana defensores. Como señala la dermatóloga Natalia Jiménez, del Grupo Pedro Jaén, “el exceso de pasos o productos no conlleva necesariamente mayores beneficios” y, en muchos casos, puede generar reacciones adversas como acné cosmético o piel sensibilizada.
¿En qué consiste el método 3-3-3?
Paso 1: Sérum con color o base ligera tipo tratamiento
Se aplica con las yemas de los dedos, desde el centro hacia fuera, sin buscar cobertura total. La idea es unificar el tono sin cubrir la piel.
Se recomienda optar por fórmulas con ingredientes antioxidantes, reafirmantes o calmantes, que aporten algo más que color y se fundan con el tono natural.
Paso 2: Colorete en crema efecto “besada por sol”
Aquí está el giro principal del look.
El rubor se aplica en puntos estratégicos donde el sol suele dejar huella: parte alta de las mejillas, puente de la nariz y un poco en la frente.
Lo ideal son texturas en crema, que se integren con facilidad, y tonos rosados o coral. Además, el mismo producto puede usarse como bálsamo labial o sombra de ojos para unificar el acabado.
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Paso 3: Iluminador cremoso en puntos clave
Nada de glitter o brillos exagerados: este iluminador se pone solo en dos zonas precisas —lagrimal y punta de la nariz— para abrir la mirada y dar sensación de frescura.
Se prefieren fórmulas suaves, sin partículas grandes, que aporten luz sin dejar residuo evidente.
Una tendencia que va más allá del verano
Aunque el 3-3-3 se ha hecho conocido por su efecto buena cara en vacaciones, lo que realmente estamos viendo es un cambio de mentalidad más profundo: priorizar productos funcionales, adaptados a cada piel, que aporten beneficios reales y eviten saturar.
La divulgadora cosmética Miriam Llantada, experta en formulación sostenible, recuerda que “el uso de demasiados productos, o con ingredientes innecesarios, puede irritar la piel y hacerla más reactiva”. Por eso, muchas pieles sensibles —o simplemente sobreestimuladas por rutinas maximalistas— encuentran alivio en este tipo de enfoques minimalistas.
En definitiva, el método 3-3-3 no es solo un truco exprés de maquillaje: es también una forma consciente de cuidar la piel, adaptarse al entorno y mantener una imagen natural sin renunciar a verse bien.










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