Los retinoides son los protagonistas en el largometraje del antienvejecimiento. Pero sus características especiales los convierten en un activo que requiere de asesoramiento muy preciso y personalizado por parte de los expertos en estética y de los médicos estéticos. La concentración y el uso adecuado garantizan su éxito.
Los retinoides son un grupo de sustancias que incluyen la vitamina A y sus derivados naturales y sintéticos. Se pueden administrar tanto por vía tópica como oral. Y son súper conocidos porque se utilizan como un potente activo antiedad. Con propiedades antioxidantes, se han demostrado muy eficaces para tratar arrugas, manchas, flacidez, para mejorar la textura de la piel y para tratar el acné. Tienen actividad en la epidermis, estimulando su renovación, y también en la dermis; por un lado, favoreciendo la producción natural de ácido hialurónico (con lo que mejoran la hidratación natural) y por otro lado potenciando la generación de nuevo colágeno y elastina (proteínas ambas que proporcionan el sustento a la piel).
La familia de retinoides es amplia. En función de la concentración de la fórmula hablamos de derivados del retinol, del retinol puro (el más conocido por el gran público), del retinaldehído, del ácido retinoico… (ver recuadro La gran familia retinoide). “Cuanto más alejados se encuentren del ácido retinoico, menos potencia y eficacia tienen”, detalla Silvia Giralt, esteticista fundadora del centro médico estético que lleva su nombre.
Precisamente por esta y otras complejidades, no se trata de unas sustancias que puedan usarse a la ligera. Los usuarios de los retinoides necesitan de un asesoramiento muy experto en la materia y ahí está el papel de los profesionales de la estética. Porque conocerlos en profundidad para poder recomendarlos es el secreto de su éxito.
Se han demostrado eficaces para tratar arrugas, manchas, flacidez, para mejorar la textura de la piel y tratar el acné. Estimulan la renovación de la epidermis, favorecen la producción natural de ácido hialurónico y potencian la generación de nuevo colágeno y elastina
Si los retinoides son capaces de actuar frente al envejecimiento llevándose por delante arrugas y manchas se debe a que actúan acometiendo un pulido de la piel. Es de imaginar que si ese pulido no se realiza adecuadamente puede tener resultados indeseados. Por ello, antes de utilizar cualquiera de ellos, “es necesario someterse a un diagnóstico exhaustivo”, advierte Gema Cabañero, directora del centro médico estético con su mismo nombre. “Esto es importante porque muchas pieles no toleran bien los retinoides y esto solo lo averiguamos si realizamos una fotografía integral del nivel de envejecimiento interno de la piel, con datos objetivos y cuantificables. Por ejemplo, el ácido retinoico es muy irritante y debe ser prescrito por un médico. En líneas generales, el más tolerable y el que conlleva menos riesgo de reactividad es el retinaldehído, que se comercializa habitualmente como ‘retinol de uso diurno’”.
Retinol en cabina
El tratamiento con retinol se asocia normalmente a su uso en casa, pero también es un habitual en cabina. Y, de hecho, hay concentraciones que exigen supervisión experta. “Los peelings químicos de uso médico exclusivamente están compuestos por ácido retinoico. Se indican en pieles envejecidas, con tendencia acneica e hiperpigmentaciones –explica Marta Sierra, doctora especializada en medicina estética en Beldon Medical–. El peeling químico con ácido retinoico obtiene muy buenos resultados en los pacientes en una sesión. Aun así, es recomendable seguir unas pautas a domicilio para que los resultados sean lo más satisfactorios posible”.
Los protocolos con retinol en cabina siempre se pautan de manera concreta para cada paciente. “En Beldon Medical ofrecemos un tratamiento individualizado para retinizar la piel, además de realizar gran variedad de peelings químicos atendiendo a las necesidades del paciente”, advierte la doctora Sierra.
Así lo explica también Gema Cabañero, directora del centro médico estético con su mismo nombre. Si cada individuo es único, eso también es aplicable a la piel. Pero, además se deben tener en cuenta otros factores, tales como la zona a tratar o incluso el momento del día o la estación del año. “Por eso, aunque utilizamos retinol en varios de nuestros tratamientos, nunca se realiza de la misma manera ni en las mismas concentraciones. Son protocolos que no podemos ni debemos generalizar”.
Lo habitual es que los centros de estética dispongan de tratamientos con retinol a diferentes concentraciones, para dar respuesta a las necesidades que se detecten en el diagnóstico del cliente. “En algunos de nuestros tratamientos antiaging intensivos trabajamos con cosmecéuticos con un 0,3 % de retinol puro. Son tratamientos perfectos para conseguir un efecto piel nueva y reducir los signos del envejecimiento”, apunta Silvia Giralt, fundadora del centro que lleva su nombre.
La clave: adaptación progresiva
Uno de los aspectos en los que la profesional de la estética debe incidir cuando explique todo el potencial antienvejecimiento del retinol es su utilización en escalada ascendente. De menos a más. Eso le otorga seguridad y garantiza que el tratamiento funcione.
El retinol puro está disponible en concentraciones que van desde el 0,1 hasta el 1,5 %. Si se inicia un tratamiento sin supervisión de un experto, lo aconsejable es comenzar con una baja concentración, entre un 0,1 y un 0,2 % y, a medida que la piel se vaya adaptando a su uso, aumentarlo progresivamente.
“Debe ser incorporado de forma gradual, es decir, comenzar con concentraciones de retinol más bajas durante el primer mes, aproximadamente, con una aplicación de dos días a la semana durante las dos primeras semanas. Y si hay buena tolerancia, continuar con tres días a la semana durante dos semanas hasta, finalmente, usar el retinol de forma diaria a partir del mes”, indica la doctora Marta Sierra de Beldon Medical, especialista en medicina estética.
A partir del 0,5 % se considera un retinol de alta concentración “y debe estar prescrito por un dermatólogo, ya que puede generar efectos secundarios como rojeces, descamación o tirantez”, recuerda Silvia Giralt.
Sin embargo, esto no es igual para todo el mundo. ¿Cómo sabe por tanto el usuario si ya puede cambiar sin problemas a una concentración superior? Cuando la piel del paciente está retinizada no aparecen los efectos secundarios como descamación, sequedad o enrojecimiento. Por lo tanto, en ese momento se puede aumentar la concentración, preferiblemente siempre a la recomendada por un experto.
En cualquier caso, cierta irritación, sequedad y enrojecimiento son habituales y no preocupantes. Ni siquiera aparecen en todos los casos. Sin embargo, también son causas habituales de abandono del tratamiento, sencillamente porque los usuarios se asustan y piensan que quizá es demasiado para su piel. En esos casos, y aunque es perfectamente posible suspender durante un tiempo el proceso, también se puede contrarrestar con un extra de hidratación.
Cremas y sérums con ceramidas, ácidos grasos, agentes regeneradores, calmantes e hidratantes son los grandes aliados en el proceso. De hecho, se pueden aplicar antes y después de los retinoides. Algunos de los activos recomendados para restaurar la piel son la niacinamida, gluconolactona, ácido hialurónico y ceramidas.
Cuando la piel del paciente está retinizada no aparecen los efectos secundarios como descamación, sequedad o enrojecimiento. Es en ese momento cuando se puede aumentar la concentración
La recomendación de ir paso a paso no es aplicable únicamente al retinol. “En general, todos los retinoides conllevan un proceso de adaptación dependiendo de su concentración, el tipo de piel y la patología del paciente”, agrega la doctora Sierra.
Aunque los derivados del retinol se toleran mejor y podrían parecer más indicados para una persona que nunca ha utilizado retinoides, en general, “con las pautas adecuadas y la concentración recomendada por un especialista”, se puede comenzar el tratamiento directamente por retinol puro, sostiene la doctora Sierra. Eso sí, en pacientes con pieles sensibles se suele recomendar retinal (retinaldehído, precursor del ácido retinoico), ya que posee mejor tolerancia.
Un poco de historia
El retinol es la forma principal de vitamina A en las dietas humanas (retinol es el nombre químico del derivado alcohólico y se utiliza como patrón de referencia). En su forma cristalina pura es una sustancia pálida de color amarillo verdoso. Es soluble en grasa pero insoluble en agua y se encuentra únicamente en productos animales. Existen otras formas de vitamina A, pero tienen configuraciones moleculares algo distintas y menos actividad biológica que el retinol; no son importantes en las dietas humanas.
La vitamina A se descubrió en 1913, cuando los investigadores encontraron que ciertos animales de laboratorio dejaban de crecer si la manteca (hecha con grasa de cerdo) era la única forma de grasa presente en la dieta, pero si se suministraba mantequilla en vez de manteca (la dieta en otros aspectos permanecía igual), los animales crecían y se desarrollaban. Los estudios posteriores demostraron que la yema de huevo y el aceite de hígado de bacalao contenían el mismo factor alimenticio vital, que se denominó vitamina A.
Mejor por la noche
Muchos clientes y pacientes de edades jóvenes de centros estéticos y médico-estéticos se interesan por el uso de retinoides por sus buenos resultados. La edad recomendada para empezar a utilizarlos está en torno a los 25 años. Es entonces cuando empiezan a notarse los primeros signos de que la piel empieza a perder su juventud, aparecen pequeñas manchitas o las primeras patas de gallo, pero siempre “depende mucho del estado de la piel y de lo bien o mal tratada que esté”, recuerda Cabañero.
El retinol es un activo sensibilizante, es decir, hace que la piel esté más delicada ante la radiación solar, “por lo que es preferible aplicarlo en la rutina de noche y utilizar protección solar de amplio espectro cuando nos exponemos a los rayos UVA”, apunta Giralt. Sin embargo, no es así con todos los retinoides. “El retinaldehído se puede utilizar por el día y, de hecho, en muchas ocasiones se comercializa como ‘retinol de uso diurno’”, recuerda Gema Cabañero. En todo caso, debe utilizarse poca cantidad, aplicar sobre la piel seca y siempre acompañado de protección solar.
Para toda la vida
Hay que saber que los retinoides no son para todos. “No se pueden usar en todos los tipos de pieles ni tampoco de cualquier manera. Se deben tener ciertas precauciones, por ejemplo, con el sol o durante el embarazo”, advierte Gema Cabañero. En general, las personas con piel sensible o seca deben evitar el uso de retinoides con una alta concentración, “ya que pueden sufrir enrojecimiento, sequedad, escozor o fotosensibilidad”, agrega Giralt.
Eso sí, en aquellos pacientes que ya están “retinizados”, este activo puede usarse de por vida (excepto en mujeres embarazadas o en período de lactancia). Pese a lo que se cree habitualmente, el tratamiento con retinoides con una buena tolerancia por parte del usuario, junto con una adecuada rutina de protección solar, puede continuar incluso en verano. No obstante, “no es recomendable comenzar a tratar a ningún paciente con retinol en esta época del año”, apunta la doctora Marta Sierra.
El retinol es un activo sensibilizante, por lo que es preferible aplicarlo en la rutina de noche. El retinaldehído, sin embargo, sí se puede utilizar por el día; pero en ambos casos debemos utilizar protector solar
Más allá del usuario común, también pueden ser excelentes aliados para tratar el acné y las marcas que deja en la piel. Esto es así porque estimula la regeneración celular, tiene efectos calmantes y antibióticos que combaten las bacterias acumuladas en los poros afectados, y regula y equilibra la producción de sebo, evitando así que aparezcan nuevas espinillas.
La gran familia retinoide
Los retinoides son moléculas con una amplia aplicación en dermatología, tanto en su formulación oral como tópica. “En general, se pueden clasificar de varias formas, por generaciones o por el número de conversiones (más utilizado y práctico)”, explica la dermatóloga Sara Carrasco, miembro del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (GEDET), perteneciente a la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV).
En el caso de la clasificación por generaciones, hay retinoides de primera generación (retinol, retinal, ácido retinoico o tretinoína, isotretinoína u alitretinoína), de segunda (etretinato y acitretina), de tercera (tazaroteno, bexaroteno y adapaleno) y de cuarta (trifarotene).
Pero la clasificación también se puede hacer atendiendo al número de conversiones, es decir, atendiendo al número de pasos que necesite la molécula que sea hasta convertirse en ácido retinoico, que es “la forma en la que nuestro cuerpo reconoce esta molécula, y es por tanto la forma capaz de absorberse y actuar”, apunta la doctora Carrasco. Cuantas menos conversiones o pasos necesite para alcanzar su forma de ácido retinoico, más potente será. Así, se establecen tres grandes grupos:
① Grupo Retinyl esters (ésteres de retinol): Retinyl palmitate (el más frecuente), Retinyl acetate, Retinyl propionate, Retinyl linoleate. “Este grupo necesita tres conversiones o pasos para llegar a ácido retinoico y es el menos potente de los retinoides tópicos”, agrega la doctora Carrasco. “Se recomiendan para pieles sensibles, ya que cuenta con moléculas más grandes y su absorción se dificulta y ralentiza. Esto significa que es un activo más suave y cuenta con una mayor tolerabilidad”, dice por su parte la esteticista Silvia Giralt.
② Grupo retinol. Solo necesita dos conversiones para llegar a ácido retinoico. “Es el más conocido y más estudiado después del ácido retinoico. Es, por tanto, la molécula que más se emplea en el tratamiento de las alteraciones de la pigmentación y en el fotoenvejecimiento”, indica la doctora Carrasco.
③ Grupo Retinaldehyde (retinaldehído) y Retinyl retinoate (también conocido como retinal). Solo necesita un paso en la conversión. Es una molécula muy empleada en acné, pero en realidad este derivado “se puede emplear en todo tipo de pieles, incluso en aquellas que no toleran el retinol”, asegura Silvia Giralt. Favorece un mayor grosor epidérmico y mejora la textura de la piel.
④ Ácido retinoico o ácido transretinoico (también conocido como tretinoína). No es un ingrediente cosmético, sino un medicamento, “y para su utilización se precisa receta médica”, recuerda la experta del Grupo GEDET de la AEDV. Es el más potente pero también el más irritante y precisa de supervisión de un médico. De hecho, es aconsejable solo en determinados pacientes con patologías concretas y nunca a largo plazo.
Deja una respuesta