La especialización sanitaria, reconstructiva, de la micropigmentación estética, enfocada sobre todo a las pacientes de cáncer de mama, es una vía profesional muy interesante en la actualidad, además de gratificante por lo artístico, y por lo humano. Dos formadoras y figuras de gran relevancia en esta especialidad nos dan su visión desde las tres perspectivas.
A menudo insistimos, casi siempre de puertas para afuera del sector, en que los tratamientos estéticos no son únicamente una cuestión de belleza. En la rama de la micropigmentación oncológica, donde la estética está tan ligada a la autoestima, y por tanto, a la salud y al bienestar de las pacientes, esta apreciación cobra especial sentido.
“El pecho es una parte muy importante para las mujeres”, nos explica Mar Díaz, directora de la escuela de micropigmentación que lleva su nombre. “Si la pérdida del mismo ya es en sí un trauma, verse una mama sin areola y sin pezón hace que muchas mujeres no se miren al espejo, que incluso tengan problemas con sus relaciones íntimas”, cuenta. Es el motivo por el que este trabajo es tan gratificante; no solo por la parte artística, sino porque “tiene una connotación de utilidad pública, de ayudar a otra persona a mejorar su calidad de vida, que sin duda, llena mucho”.
“Este trabajo, además de ser gratificante por ser un trabajo artístico y creativo, tiene una connotación de utilidad pública, de ayudar a otra persona a mejorar su calidad de vida, que sin duda, llena mucho”, dice Mar Díaz
Aún desconocida
A pesar de no existir, en la opinión de esta experta, mucha información al respecto, sí que existe demanda. Según nos dice la SECPRE, “el número aproximado de personas sometidas a reconstrucción mamaria en España al año tras una cirugía por cáncer de mama es entre 15.000 y 18.000”. Sin embargo, unas 25.000 son aptas para beneficiarse de una reconstrucción mamaria. A su vez, el porcentaje de pacientes sometidas a una reconstrucción a las que luego se micropigmenta el complejo areola-pezón (CAP), es muy inferior. El desconocimiento de estas técnicas es una de las razones, y afecta tanto a pacientes como a profesionales. “Realmente, la micropigmentación reconstructiva y oncológica es una vertiente bastante desconocida, y por lo tanto, no hay tantos técnicos que nos dediquemos a ella”, explica Mª Dolores Pérez Sancho, Presidenta de la Asociación de Micropigmentación Estética, Paramédica y Oncológica (AMEPO).
Esta asociación fue la impulsora de la Proposición No de Ley por la que se acabó incluyendo el servicio de micropigmentación tras una mastectomía en la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud (SNS): “Después de varios años de lucha, por fin se convirtió en realidad que todas las mujeres tuvieran este tratamiento de forma gratuita”, comenta esta experta. Fue en 2018. Desde entonces, “en algunos de los hospitales públicos se crearon áreas específicas, al igual que en clínicas privadas”, explica Mar Díaz. El problema, explica también Pérez Sancho, es que “todavía no se ha incorporado este servicio en todos los hospitales públicos, ya que el Gobierno ha dado un plazo de 5 años para la creación de esta unidad”. Y, además, que en la sanidad pública no existe la figura del técnico en micropigmentación, “por lo que se ha de formar a alguien del servicio para que realice el tratamiento”.
“Realmente, la micropigmentación reconstructiva y oncológica es una vertiente bastante desconocida, y por lo tanto, no hay tantos técnicos que nos dediquemos a ella”, comenta Mª Dolores Pérez Sancho
Muchos cabos sueltos
No es el único motivo por el que a las expertas se les queda corta la cobertura pública. “También hay que destacar que la gran mayoría de pacientes son intervenidas de la mama sana para conseguir una simetría con la mama reconstruida, y el camuflaje de la cicatriz periareolar de la mama sana no está contemplado que lo cubra la SS”, indica la presidenta de AMEPO.
Por otro lado, al centrarse únicamente en las aureolas, hay otros problemas derivados del cáncer que quedan desatendidos, como la micropigmentación de cejas y pestañas. Esto obliga a las mujeres interesadas a acudir a otro centro privado y, también, a alargar aún más el proceso. “En este sentido, existe una gran oportunidad en la creación de centros especializados en micropigmentación oncológica, desde donde atender a la paciente en el inicio del contacto con su enfermedad. Esa sería la verdadera ayuda”, sostiene Mar Díaz.
Arquitectos de la mama
La recreación del complejo areola-pezón tiene varias fases, la primera, quirúrgica. Según la guía de reconstrucción mamaria de la SECPRE, las técnicas más frecuentemente utilizadas para reconstruir el pezón son:
- Colgajos locales que utilizan la piel y grasa de la mama reconstruida, que se elevan y se suturan para recrear un pezón.
- Una porción del pezón de la mama sana puede ser trasplantado a la mama reconstruida (autoinjerto pezón).
Después se podría realizar la micropigmentación.
En cuanto a la areola, se puede realizar también un injerto de piel de la paciente (se toma de la ingle, cerca del labio mayor, para que el tono sea más oscuro) o bien, directamente, recrearse con micropigmentación. El proceso, cuenta Díaz, empieza por tomar medidas y realizar el marcaje de la areola. “Si tenemos una mastectomía simple, tenemos que imitar al máximo la areola referente; si es doble, el trabajo es más sencillo, porque podemos pactar con la paciente una tipología de areola que se ajuste a la que tenía antes”.
Todo lo que se aprende
Al no ser una especialidad reconocida, la mayor parte de la formación específica se realiza por la vía privada, aprendiendo de los propios profesionales que se dedican a ello y enseñan sus técnicas, como es el caso de estas dos profesionales. Por otro lado, “dentro de la formación reglada, en el Grado Superior de Estética se incluye la micropigmentación en toda su extensión”, explica Díaz.
Las técnicas que se aprenden en estos cursos, en lo referente a la recreación del CAP, van dirigidas a crear efectos tridimensionales, con profundidad y, sobre todo, muy naturales: “el objetivo es que cada paciente se lleve su areola personalizada, nada que ver con un efecto ‘plantilla’”, comenta Díaz. Sombreado, relleno, difuminado… “Nosotros, en nuestros cursos, enseñamos al alumno tres técnicas de recreación de areolas y otras tres de proyección de pezón, que se pueden intercalar y dar lugar a otras tantas”, indica.
Se trata, opina también Pérez Sancho, de un proceso muy artístico y creativo: “Disponemos de una gran variedad de tipos de aguja, que utilizamos como los pintores utilizan sus pinceles”. Es decir, que la habilidad y la técnica importan, pero también, y mucho, el buen gusto y el cariño o empeño que se le ponga a cada trabajo.
Otros casos de éxito en micropigmentación oncológica
Darle color al pezón o reconstruir una areola son, como hemos dicho, solo una parte de la micropigmentación oncológica, que también recrea las cejas o las pestañas. Y, asimismo, la oncológica es solo una vertiente de la micropigmentación reparadora o paramédica.
Esta, como explica Mª Dolores Pérez Sancho, también se encarga de camuflar cicatrices derivadas de cirugías estéticas, vitíligo, cicatrices de injerto capilar, reconstruir ópticamente un labio leporino o disimular o reparar secuelas de quemaduras. Esta última tarea es la que dio a la experta la mayor gratificación de su carrera. Fue con un paciente que sufrió graves quemaduras en la cara después de explotarle una caldera de gas. “Me explicó que llevaba varios años sin poderse mirar al espejo, y que el año anterior su hija se había casado y no había dejado que le hicieran fotos con ella. Estaba muy acomplejado”, explica Pérez Sancho.
“Después de varias sesiones para crearle ópticamente un efecto barba y bigote para camuflarle las secuelas de las quemaduras, le pedí que se mirara al espejo, y cuando se vio, rompió a llorar y me dijo: ‘ahora voy a llamar a mi hija para decirle que esta tarde voy a visitarla, que se ponga el vestido de novia, que hoy me hago una foto con ella’. Fue súper emotivo, ¡imagínate! Todos acabamos llorando”.
Deja una respuesta