Masaje californiano: el masaje inspirado en el mar

Masaje Californiano 1

El nombre oficial y registrado del masaje californiano es Esalen. Al menos, el del masaje primigenio, creado en el Esalen Institute de Big Sur, California. Su lugar de origen, sin embargo, fue el que caló en este masaje, y no solo porque acabó dándole el sobrenombre con el que es más conocido sino porque incluso sus movimientos remiten a aquel entorno paradisíaco, rodeados del mar y la calidez del sol.

No se puede hablar del masaje californiano sin remitirse a su origen, porque su filosofía es una parte fundamental de lo que hoy se sigue enseñando en sus escuelas. Y, además, porque es un origen de lo más interesante. “El masaje Esalen nació en Big Sur, California, en la década de los 60, y fue creado por psicólogos, artistas y pensadores religiosos de la época, que investigaban otras maneras de sanar distintas a la psiquiatría del momento”, nos cuenta Sujati Lacanna, formadora de terapeutas en Masaje Californiano y directora de la escuela Spazio Masajes.

El Instituto Esalen, fundado en 1962 por Michael Murphy y Dick Price, y sus colaboradores, querían luchar contra el dogmatismo y conservadurismo estadounidense de la época. “Su objetivo era mostrar al mundo que una sociedad sustentada en los pilares de la hermandad, la comunidad, la tolerancia, etc., era posible”, indica, por su parte, Xavier Gil, formador del masaje Esalen en la Escuela de Masaje Californiano de Barcelona. De hecho, continúa Gil, el masaje californiano fue creado por psicólogos de la corriente Gestalt como parte de sus terapias.

“La filosofía de esta escuela es entender al ser humano como un ser global, holístico, que está compuesto de varios planos: el físico, el espiritual, el mental…”. Esos preceptos gestálticos siguen presentes en la forma de enseñar y aplicar hoy estos masajes, nos dice el formador; por ejemplo, con la importancia del “aquí y el ahora” o de la presencia plena durante la sesión.

Sentir y conectar

Sujati Lacanna también se expresa en estos términos para definirlo. “Es un masaje conectado con sentir y despertar la conciencia a través de un contacto muy presente. Es una forma de mover la energía en la persona a través de la respiración, transitando diferentes ritmos desde el noesfuerzo. Desde los brazos, se trabaja con el peso de todo el cuerpo, cuidando mucho la postura del masajista”, indica. La calidad del contacto y de la presencia, la escucha profunda del cuerpo del otro, es lo que define esta experiencia.

Es decir, no hay unos protocolos establecidos, no hay un “paso a paso”, porque los movimientos del masajista no son mecánicos, no surgen de sus manos, sino desde su hara, desde su centro. Esta es, coinciden ambos formadores, la diferencia con otros masajes: “esa alquimia de profunda conexión energética y emocional”, indica Lacanna. “Desde la presencia, la humildad, la sintonía con el otro, hacemos un trabajo basado en el amor que sentimos por la persona que está en la camilla. Es un regalo que hacemos a la otra persona desde nuestro corazón. Eso es lo que lo hace sencillo, natural y maravilloso en sus efectos”, expresa Xavier Gil.

Cuando lo dicen suena fácil, orgánico; y suponemos que todo es cuestión de práctica (¿con una parte de sensibilidad, de don especial?), pero, nos sigue surgiendo la duda práctica: ¿cómo se consigue eso? ¿Cómo consiguen los terapeutas conectar con aquel que está tumbado en la camilla, con alguien a quien tratan por primera vez? La confianza, responde la directora de Spazio Masajes, se va construyendo poco a poco, desde la escucha –fundamental– antes de una sesión. Después, cuidando cada detalle, al acomodar al paciente en la camilla, y una vez allí, tratando también de escuchar el cuerpo. Ahí se forja el vínculo, tan determinante en esta experiencia.

El viaje empieza contigo

El tema de los vínculos es una de las cosas que hemos heredado de la psicología Gestalt. Partimos de la base de que, si no somos capaces de crear ese vínculo de unión, si no somos capaces de establecer un clima de confianza absoluta con la persona que vamos a atender, es muy difícil que esa persona se permita hacer el ‘viaje’ que le proponemos”, explica también el masajista de la escuela de Barcelona.

Pero si la conexión se debe dar entre dos personas, es lógico que el trabajo comience por uno mismo, en este caso, por el terapeuta. “El masajista tiene que estar enraizado y en su centro para poder estar acompañando desde un lugar equilibrado, sin perderse en el otro”, corrobora Lacanna.

Estas técnicas de conexión, este saber estar centrado (literalmente, porque se refiere a trabajar desde el centro de energía de cada uno), se enseña, claro, desde el nivel básico de sus formaciones. Se trabaja la presencia, con ayuda de meditaciones, por ejemplo. Se nos enseña a trabajar la calidad de nuestro tacto, a controlar y canalizar el peso de cada uno, aprovechando la fuerza de la gravedad; o a perseguir la fluidez corporal, deshaciendo los propios bloqueos.

Sin embargo, se trata de un camino que, al final, deben recorrer ellos solos, y es uno que no acaba nunca. “Intentamos transmitir a nuestros alumnos la importancia que tiene la sesión de masaje que vamos a hacer a continuación, que no sea parte de la rutina diaria. Les pedimos que hagan una minimeditación antes de comenzar, que tomen contacto con ellos mismos, que sean conscientes de su estado actual y que lo asuman… Toda una serie de cosas que nos permiten ser el mejor canal posible para hacer este tipo de trabajo”, indica Gil.

Inspirado en el mar

Cada cuerpo, dice Sujati Lacanna, es único y necesita ser escuchado y sentido, “como cuando quedamos con un amigo a tomar un café y necesitamos que nos escuchen”. Por eso se insiste a los masajistas en que su función no es hacer, sino acompañar; en que deben salir de la técnica y profundizar en la escucha para tejer ese “viaje a medida” que va a ser la experiencia de cada cliente. Y por este motivo es también complicado que nos indiquen cómo se hace técnicamente el masaje californiano. Los periodistas, a veces, queremos las cosas prácticas, claras, “masticadas”. Y eso, como vemos ahora, choca bastante con esta filosofía.

Sin embargo, a pesar de no existir un protocolo establecido, sí que existen “una serie de técnicas increíbles para invitar a la persona a soltar desde los lugares que están cogidos internamente”, indica la formadora. La seña de identidad del masaje californiano son los movimientos largos, movimientos suaves y envolventes, pues se dice que los padres de este masaje los inventaron emulando el baile de las olas del Pacífico que escuchaban desde las praderas del Instituto Esalen.

“Son movimientos rítmicos y envolventes, tan efectivos para liberar el estrés en las personas. El ritmo fluido y circular es especialmente nutritivo para los sistemas nervioso y endocrino, los grandes reguladores de la tensión muscular; por eso, al margen de las características particulares de cada paciente, cada vez que queremos promover la sensación de descanso y nutrición, la danza del masaje transita el ritmo de la fluidez circular. Como las olas de la rompiente, que envuelven las piedras hasta ir puliendo aristas y asperezas, la energía de la masajista va moldeando cada parte de tu cuerpo, provocando efectos de relajación en los músculos y las articulaciones. Además, esta técnica trabaja con la respiración, que acompaña los movimientos y el trabajo corporal durante toda la sesión”, concluye Lacanna.

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