Los tiempos del prototipo de hombre español descuidado han pasado a la historia. Los centros de belleza cada vez reciben a más visitantes masculinos, que buscan verse bien ayudándose de la estética. Sus preocupaciones no difieren mucho de las femeninas, pero sí tienen ciertas características propias como clientes dentro y fuera de las cabinas.
Por Abigail Campos Díez
Cuidarse para buscar la mejor versión de uno mismo ya no es territorio exclusivo de mujeres. Ni disfrutar con ello. Los hombres optan por igual por seguir tratamientos de rostro y cuerpo, con pocas diferencias respecto a la población femenina y con un amplio margen de edad. Pero también quieren verse bien.
“La piel del hombre es más gruesa y grasa, pero eso no significa que no le salgan manchas o que no tenga problemas de poro abierto, flaccidez, bolsas, papada –apunta Cristina Galmiche, directora de los centros homónimos–. Facialmente, sus preocupaciones se relacionan mucho con el acné (no solo en rostro, también en la espalda) y otros problemas relacionados con el confort y el bienestar dermatológico, como tirantez, descamación, deshidratación, irritaciones o cuperosis”.
Dirección de arte: Rolando Sáez Sanhueza
Peluquería y maquillaje: Barberia RS
Fotografía: Goizane Jayo
Video: Dosis
Cámara: Txus Veneno
Iluminación: Jon García
Modelo: Aitor Reina
Los tratamientos de estética para hombres más pedidos
Los faciales tienen una demanda constante durante todo el año, pero triunfan especialmente en otoño e invierno, sostiene Gema Cabañero, directora de los centros que llevan su nombre. “El que más se pide es el de contorno de ojos, bolsas y ojeras, que es una de las zonas del rostro de los hombres que antes y de forma más acentuada sufre el paso del tiempo”, señala.
En otros centros, como Slow Life House, el facial masculino que más triunfa es la microdermoabrasión con punta de diamante, un facial específico para limpiar la dermis en profundidad, “ya que la piel del hombre es más propensa a los puntos negros y a obstruirse”, recuerda la directora técnica de este centro, Laura Parada. También solicitan con frecuencia la radiofrecuencia facial. En cuanto a tratamientos médico-estéticos, en su centro le piden toxina botulínica “para reducir las arrugas de la frente y líneas finas, que son las que más les preocupan”; y también plasma rico en plaquetas, “tanto para tratar la caída capilar como para revitalizar el rostro”, agrega.
Tratamientos para el contorno de ojos, bolsas y ojeras; microdermoabrasión con punta de diamante y radiofrecuencia son los faciales que más solicitan ellos en los centros consultados
Respecto a los tratamientos corporales, mientras que para las mujeres es la celulitis, el caballo de batalla de los hombres se centra en la zona abdominal, tanto para reducir la grasa como para acabar con la flacidez y tonificar la musculatura. La estimulación muscular electromagnética, la radiofrecuencia, la criolipólisis o tecnología láser son algunas de las armas para combatir un problema que, a veces, no es solo estético. “Hay que diferenciar entre una tripa blandita o una tripa curvada y dura. La segunda es más peligrosa, ya que suele ser grasa visceral, que en exceso aumenta el riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares o diabetes, entre otros”, subraya la experta en estética Cristina Álvarez, cofundadora de los centros homónimos.
Metrosexual: quedas superado
Pese a este escenario, muchos profesionales de centros de estética aún recuerdan las épocas en las que el paso de los hombres por una cabina era puntual y casi anecdótico. “En los últimos años ha crecido muchísimo el cliente masculino. Aún no llegamos a un 50 % entre hombres y mujeres, pero cada vez se inclina más la balanza hacia un equilibrio, ya que los tratamientos estéticos son más demandados por ellos”, admite Cabañero.
Los hombres ya no se avergüenzan por cuidarse ni lo esconden, pero buscan resultados muy
naturales. Son clientes fieles y constantes, aunque más exigentes y algo más impacientes
Ese cambio se ha gestado en la última década, un tiempo en el que “el hombre ha madurado mucho en la última década en esto de enfrentarse al espejo”, opina Galmiche. Los metrosexuales, citados por primera vez como tales en 1994 en el periódico The Independent, acapararon titulares un tiempo. Era noticia que los hombres se cuidaran. Hoy eso es historia y ese grupo ya no es exclusivo. “Las nuevas generaciones no tienen ningún complejo a la hora de cuidarse, lo han asumido sin mayores clichés. Se han democratizado tanto los tratamientos en cabina como el uso de cosmética en casa”, agrega la experta.
Dirección de arte: Rolando Sáez Sanhueza
Peluquería y maquillaje: Barberia RS
Fotografía: Goizane Jayo
Video: Dosis
Cámara: Txus Veneno
Iluminación: Jon García
Modelo: Aitor Reina
Sin secretos
Los profesionales de la estética lo tienen claro: los hombres de hoy se cuidan mucho más que antes, “hasta más que las mujeres”. Y, además, no les da vergüenza contarlo: “lo ven como un logro, ya que el cuidado personal es un trabajo y un compromiso”, opina la directora técnica de SlowLife House.
Algunos lo cuentan solo en su círculo familiar o de amistades y otros lo hacen en redes sociales, pero lo que está claro es que son muy escasos los que “niegan” que se cuidan. “Un mito derribado hace ya tiempo”, apunta Galmiche.
Sin embargo, en esta franqueza a la hora de comunicar que han recurrido a la estética, son más reacios que las mujeres a que el resultado sea muy evidente. “Una de las cosas que más les preocupa es la naturalidad. En general no quieren que se note que se ‘han hecho algo’, solo que están mejor. Eso, en realidad, no es malo, la estética debe ser así: naturalidad ante todo”, opina Cabañero.
Fieles y cumplidores
Pero si hay algo que distingue al cliente masculino de estética es su grado de compromiso. Y en esto hay total consenso entre las expertas. Los hombres que se deciden a hacer un tratamiento de cualquier tipo siempre cumplen con él. No lo dejan a medias. No se saltan sesiones. Y hacen los “deberes” que les pone el profesional respecto a los cuidados en casa. “Buscan resultados tangibles, no es que las mujeres se conformen con cualquier cosa, pero ellos son más exigentes. Eso sí, una vez que se implican en un tratamiento, son constantes en seguirlo”, dice Galmiche.
Por otro lado, no tienen tanta información obtenida a través de medios de comunicación. “No se dejan llevar solo por lo que han leído, visto o escuchado. De ahí que se suelan dejar aconsejar y no lleguen con ideas preconcebidas… Son menos “cabezones”, añade la experta.
Hay más detalles que les diferencian. “Por norma general, ellos son un poco más impacientes y quieren resultados ya. Las mujeres son más conscientes del proceso y de la constancia que requiere. Sin embargo, cuando empiezan y en seguida ven resultados, los hombres sí son muy constantes (precisamente por eso, porque ven los resultados rápidamente)”, indica Cabañero.
Dirección de arte: Rolando Sáez Sanhueza
Peluquería y maquillaje: Barberia RS
Fotografía: Goizane jayo
Video: Dosis
Cámara: Txus Veneno
Iluminación: Jon García
Modelo: Aitor Reina
Discretos en cabina
Todos los centros de belleza conocen la importancia de respetar la intimidad de los clientes. Es uno de los factores clave en el trato con ellos, y en esto no importa el sexo. Sin embargo, todo depende de la personalidad que presente quien se ponga en manos de un profesional de la estética.
Hay personas muy abiertas y otras que no abren la boca en toda la sesión. Y en eso, que también debe respetarse al máximo, sí hay diferencias por sexo. “En cabina, nosotras hablamos más, preguntamos más, somos más proactivas. A ellos les gusta que les mimen en silencio, mientras que la mujer es más emocional y habla más sobre su estilo de vida, sus preocupaciones personales, familiares y laborales”, detalla Cristina Galmiche.
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