¿Cuánto sabes sobre maderoterapia?

Maderoterapia

La maderoterapia es una técnica milenaria, y una de las terapias remodelantes sin aparatología preferidas en la estética. Consiste en un intenso masaje caracterizado por el uso de instrumentos de madera de distintas formas y tamaños que ayudan a “profundizar” al terapeuta. Hasta aquí, nada que no sepas, pero, ¿sabes si lo estás haciendo correctamente? Si duele, mala señal.

La palabra maderoterapia no puede ser más autoexplicativa: es una terapia que se realiza gracias a diversos instrumentos de madera. Estas herramientas, de diferentes tamaños y formas, ayudan al terapeuta a ejecutar el masaje de una manera más intensa, a llegar a localizaciones más profundas, donde sus manos no llegarían.

Se trata de un masaje que lleva varios años en tendencia; y, sin embargo, la moda o incluso la demanda de los clientes no deberían ser los únicos motivos –aunque de peso– por los que un profesional de la estética y el bienestar debería plantearse incluirlo en su carta de servicios. “La maderoterapia ayuda al terapeuta a optimizar los resultados de los tratamientos, ayuda a su trabajo diario y da un valor añadido al servicio”, opina Mireia Bragulat, coordinadora de los cursos de especialización de la escuela Thuya.

Es, además, versátil: “Podemos aplicarla de forma sensorial en un protocolo de bienvenida de un facial o corporal, trabajarla en un masaje descontracturante para aumentar el riego sanguíneo de la zona y oxigenar el tejido, trabajar específicamente una zona en concreto para tratar la adiposidad o bien una arruga facial. Todo depende del utensilio con el que trabajemos y el conocimiento que tengamos de estos”, defiende.

Los beneficios reales

De la maderoterapia se promulgan múltiples beneficios a nivel físico: que favorece la movilización de la grasa, que ayuda con la retención de líquidos o que combate dolores musculares. Hasta aquí, todo lógico. Pero también se dice, por ejemplo, que puede eliminar la celulitis. ¿Hasta qué punto son ciertas todas estas grandes promesas? “Los beneficios de la maderoterapia son muy reales. Es una terapia profunda que trabaja favoreciendo el retorno linfático, activando la microcirculación cutánea, generando con ello una elevación de temperatura cutánea (una hipertermia). De esta forma se puede movilizar el panículo graso y combatir la llamada celulitis, porque esta aparece justo por un estancamiento de líquidos retenidos y acúmulos grasos”, responde Laura Casado Martín, profesora de maderoterapia en Cosméticos Foráneos y CEO de Maderocenter Sitges/Barcelona.

Los 3 tipos de MASAJE ANTICELULITIS que debes conocer

Al fin y al cabo, como dice Mireia Bragulat, “son una extensión de nuestras manos”, solo que nos permiten llegar a un plano más profundo, por lo que cualquier ventaja que le atribuyamos a un tratamiento manual corporal o facial, la maderoterapia lo tiene también, pero aumentado. “A esto hay que sumarle que es un masaje de origen holístico y que solemos trabajarlo con aceites esenciales”, añade, así que se convierte también en una terapia de bienestar, relajante y con repercusión, por tanto, emocional.

Con todo esto claro, podría concluirse que “la maderoterapia ayuda a mejorar el estado de la piel, a remodelar contornos y a activar sistema linfático y microcirculatorio, además de ayudar al bienestar del sistema nervioso y el energético”. Esta sería, para Laura Casado, la forma más completa y honesta de publicitar esta terapia.

Si la maderoterapia duele, puede ser que el técnico no haya aplicado ningún paso previo de relajación en el cliente o que esté aplicando de forma incorrecta las maniobras

¿Tu cliente se queja?

Y, sin embargo, la publicidad, junto a los artículos periodísticos y las propias explicaciones de las páginas web y cartas de servicios de los centros de estética no coinciden, en muchas ocasiones, con los comentarios (y las quejas) de las propias usuarias. Sobre todo, de las que probaron una vez y nunca volvieron a repetir. Esas personas dicen que la maderoterapia tendrá todas las bondades que queramos, pero duele. “Una buena técnica de maderoterapia no debe doler; hay un concepto erróneo de que el dolor es síntoma de efectividad, y es totalmente al contrario”, opina Casado. Si esto ocurre, puede ser que el cliente no esté relajado (porque el técnico no haya aplicado ningún paso previo para ello) o que estemos aplicando de forma incorrecta las maniobras.

Cuando trabajamos, la primera actuación siempre debe ser relajar mediante aromaterapia y prácticas placenteras al sistema nervioso del cliente para bajar su nivel de estrés o alerta, para que tanto ganglios linfáticos como cadenas musculares estén óptimas para proceder a drenar correctamente y a movilizar grasas sin dañar las fibras musculares. De causar dolor el tratamiento, el sistema nervioso de nuestro cliente se pondría en alerta, perdiendo la relajación, y esto nos impediría hacer todas las funciones correctamente”, explica la profesora de Cosméticos Foráneos.

A pesar de que cada persona tiene un umbral del dolor diferente, opina por su parte la formadora de Thuya, también está de acuerdo en que la técnica no debería doler, (aunque molestar sí que sería posible). “Es importante que tengamos una comunicación fluida y bidireccional con nuestro cliente, para poder adelantarnos a cualquier sensación. Si hay dolor puede ser debido a que la presión con la que estamos trabajando es demasiado alta, por lo que tan solo tendremos que modular dicha presión. Si estamos trabajando un tratamiento anticelulítico y hay dolor, es recomendable hacer unas sesiones previas de drenaje con el objetivo de bajar el edema y destensar la zona. También podríamos cambiar el utensilio y trabajar dos, tres sesiones con uno mas grande y plano, para descongestionar la zona y posteriormente trabajar las zonas con más adiposidad”, reflexiona. Todo dependerá del tratamiento que queramos hacer.

¿Te agota hacerlo?

Aplicar incorrectamente estas técnicas no solo puede acarrear una mala experiencia para el cliente, sino que puede provocar, especialmente a largo plazo, problemas físicos en el terapeuta. Como decíamos antes, los utensilios deben ser una extensión de nuestras manos, por lo tanto, deben facilitar el trabajo al técnico. Sin embargo, “una posición incorrecta, o aplicar fuerza en exceso en lugar de presión por el propio peso del técnico, puede derivar en cansancio, malestar físico, etc.”, nos explica Casado. Incluso lesiones, como dolor lumbar, tendinitis…

Por tanto, otra pregunta que debes hacerte es: ¿te resulta muy cansado llevar a cabo esta terapia? ¿Terminas exhausta después de acabar una sesión? Si respondes afirmativamente, puede ser otra señal de que algo falla. “Si la técnica esta bien aplicada, puedo asegurar que es mucho menos cansado de lo que pudiera ser un masaje sin maderas”, sostiene la experta.

Ambas técnicas insisten en la necesidad de una formación específica para saber evitar estas situaciones frecuentes. Una formación específica y presencial, puntualiza Laura Casado, donde no solo se aprenda la parte teórica, “sino que se entrenen las posiciones correctas, las presiones adecuadas y todos los pasos previos para que la terapia sea realmente efectiva”.

Mireia Bragulat apunta en la misma dirección: “En nuestras formaciones incidimos mucho en la parte técnica, en el diagnóstico previo y, sobre todo, en planificar previamente un protocolo”, porque, como estamos hartos de repetir, no podemos medir con la misma vara a todos los clientes, sino que cada tratamiento debe personalizarse. “Les enseñamos a escoger el utensilio según la necesidad del tratamiento, a combinarlos y, posteriormente, a realizar maniobras rítmicas, profundas y beneficiosas según cada alteración y necesidad”, buscando sinergias con la cosmética, concluye.