Leemos estas siglas constantemente, y hablamos a menudo de lo que representan: ácidos que se emplean como exfoliantes de la piel. Sin embargo, es posible que aún no te hayas aclarado del todo o que confundas unas y otras siglas o tantos nombres de ácidos. Contamos con la ayuda experta de Inmaculada Canterla, licenciada en Farmacia y especializada en Dermocosmética, para ayudarte a diferenciarlos.
La epidermis, la capa más externa de las tres capas de la piel, se renueva constantemente. Es el proceso que denominados exfoliación, por el cual las células desvitalizadas del estrato córneo se desprenden para dejar paso a las nuevas células. “En una persona joven esta renovación se produce cada 20-30 días, pero en una persona más mayor esta renovación epidérmica es un 30-50 % más lenta”, explica Inmaculada Canterla, farmacéutica y directora de Cosmeceutical Center. Y aquí es donde entran en juego los hidroxiácidos, que ayudan a dar ese “empujón” a la renovación celular.
Con la edad, la renovación epidérmica se ralentiza hasta un 30 o un 50 %; por eso es recomendable acudir, siempre en su justa medida, a los hidroxiácidos
Los hidroáxidos pueden usarse para realizar una exfoliación superficial, media o profunda, y pueden usarse tanto a nivel profesional como pautarse para el tratamiento domiciliario; pero no hay que olvidar que son agentes agresivos y deben emplearse bien y “en su justa medida; pues, como en todo, en el término medio esta la virtud y el exceso puede resultar en agotamiento celular”, explica la farmacéutica.
Alfahidroáxidos (AHA)
Estos ácidos son hidrosolubles, es decir, solubles en agua, y aunque se pueden sintetizar en laboratorio, se encuentran naturalmente en fuentes botánicas, normalmente en frutas. Sus funciones son, “por un lado, la exfoliación de las capas de células muertas de la epidermis y, por el otro, la estimulación de la producción de colágeno”, explica Canterla. Al aumentar la síntesis de colágeno de los fibroblastos, continúa, estos ácidos mejoran la textura de la piel. “Esta es una de las cualidades por las que los alfahidroxiácidos se utilizan para combatir los signos de la edad y su uso continuado mejora en muy poco tiempo la textura de la piel y la deja más lisa, suave y luminosa”, indica.
Los AHA más utilizados
- Ácido glicólico: Es el que más te sonará, pues es el más utilizado en cosmética. Se obtiene de la caña de azúcar o de la remolacha. Es también el que tiene un menor peso molecular, por eso la piel lo absorbe fácilmente y, aunque solo trabaja a nivel superficial, tiene una gran capacidad exfoliante, y sus efectos son inmediatos. Además “aporta hidratación, equilibra la secreción sebácea, favorece la formación de colágeno, combate las manchas y reduce la profundidad de las arrugas”, enumera Inmaculada Canterla.
- Ácido láctico. Se encuentra en los lácteos fermentados, como el yogur o el kéfir. Tiene un alto poder hidratante, regenerador e iluminador, además de unificar el tono. Y, aunque menos popular, es también menos agresivo que el ácido glicólico, por lo que es adecuado para pieles más sensibles.
- Ácido málico y mandélico. El ácido málico se obtiene de las manzanas y el mandélico, de las almendras amargas (mandel en alemán significa ‘almendra’). El primero “acelera el metabolismo cutáneo y alisa y suaviza la superficie cutánea” mientras que el segundo “aporta luminosidad a los cutis apagados y es muy eficaz para reducir la pigmentación y el acné”, explica la experta. Al ser sus moléculas de gran tamaño, penetran en la piel de manera más lenta y menos agresiva, por lo que son aptos en pieles sensibles.
- Ácido cítrico. Se extrae, como su nombre indica, de los cítricos: naranjas, limones… “Es uno de los antioxidantes más utilizados y menos agresivos”, por lo que se utiliza por sus propiedades antiedad; pero, además, ilumina, regula el pH de la piel y aclara las manchas.
Otros tipos de AHA son el ácido tartárico (un potente despigmentante que se encuentra en las uvas o el tamarindo), el ácido azelaico (lo encontramos en el trigo, la cebada y el centeno y es muy efectivo contra el acné), o el ácido ferúlico (que se encuentra en las hojas y semillas de cereales como el arroz y la avena, entre otros, y tiene una gran capacidad antioxidante al neutralizar los radicales libres).
Betahidroxiácidos (BHA)
A diferencia de los alfahidroáxidos, los BHA son liposolubles, es decir, se disuelven en aceite y no en agua. “Es por esta razón que presentan una mejor capacidad para penetrar en las zonas más seborreicas y oleosas de la piel, lo que le confiere unas excelentes propiedades para el tratamiento de las pieles grasas con tendencia acneica”, explica la directora de Cosmeceutical Center. Además de esta capacidad para penetrar en los folículos sebáceos y limpiar en profundidad los poros, a nivel cutáneo son, en general, menos irritantes que los AHA.
El popular
El ácido salicílico es el betahidroxiácido más popular. Aunque su elaboración es sintética, proviene originalmente de la corteza del sauce. Penetra fácilmente en los conductos sebáceos y en las lesiones inflamadas, ejerciendo una acción antimicrobiana, antiséptica, antiinflamatoria y también calmante. Es por ello que se utiliza en tratamientos de acné, no solo porque “seca” y elimina los granitos, sino porque también limita su aparición, evitando que se acumulen células muertas en los poros. Aunque esta es su característica principal, también ayuda a eliminar manchas y, como cualquier otro ácido, aporta luminosidad a la piel y reduce las arruguitas finas.
Polihidroxiácidos (PHA)
Han sido los últimos en llegar y son menos extendidos por el momento. Aunque tienen una estructura similar a los AHA, estos son menos irritantes. De hecho, son aptos y los más recomendables para personas con pieles sensibles o con tendencia a la irritación.
Los dos PHA más extendidos son la gluconolactona, que además de su acción exfoliante y de renovación de la piel, destaca por su efecto antioxidante, hidratante y de restauración de la barrera cutánea dañada; y el ácido lactobiónico, constituido a su vez de la asociación del ácido glucónico con una molécula de azúcar llamada galactosa. Este último no destaca tanto por su capacidad de exfoliación, que es muy suave, y sin embargo se le atribuye una gran acción antioxidante, reparadora y cicatrizante.
El tamaño importa
Como hemos dicho, el tamaño de la molécula –el peso molecular– de los ácidos, influye en su capacidad de penetración en la piel, condicionando su potencia o efecto sobre esta. Puedes entenderlo mejor fijándote en la estructura química de los diferentes ácidos. Cuanto menor sea el tamaño de la molécula, más rápidamente penetrará en la piel, por lo que será más eficaz, pero también puede ser más agresivo para la piel. “El ácido glicólico, por ejemplo, es el más pequeño de todos y penetra más rápidamente”, explica Inmaculada Canterla. Sin embargo, los polihidroxiácidos (PHA) tienen moléculas de mayor tamaño, “esta es la auténtica clave del por qué son los más recomendables en las pieles sensibles, porque su capacidad de penetración en la piel, por ser más grandes, es más limitada y superficial, y por tanto, se reduce la capacidad de irritación”.
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